Asociación de vecinos ZOES -

Asociación de vecinos ZOES

Origen del Barrio

Recorrido histórico por el Barrio Oeste y la Asociación de Vecinos ZOES

Su construcción se debe a Santa Teresa de Jesús quien fundó el convento de Carmelitas siendo en la actualidad la iglesia lo único que se conserva del convento. La iglesia se comenzó a construir en 1612 cuando la fundadora del convento ya había fallecido, según el proyecto de fray Jerónimo de la Madre de Dios, destacando en la fachada el escudo de la familia de D. Joaquín Ponce de León, y en la entrada las imágenes de San José y el Niño Jesus. La iglesia es también conocida como Iglesia de Nuestra Señora del Carmelo.

Es obra de Juan Moreno, con trazas de Fray Jerónimo de la Madre de Dios. Se trata de un trabajo austero, como corresponde a la estética carmelita. Su fachada contiene una hornacina con estatua de San José en piedra, obra de Juan Rodríguez, discípulo de Gregorio Fernández.

El convento se empezó a edificar en mil seiscientos ocho, y la iglesia se dio por terminada en mil seiscientos treinta y uno. En su interior existe un retablo de Antonio González Ramiro y esculturas de la Virgen del Carmen y Santa Teresa debidas a las manos de Esteban Rueda.

En unos jardines cercanos del Paseo Carmelitas se ha instalado una arcada que perteneció al desaparecido Convento de las Carmelitas Descalzas.

El Barrio del Oeste nace en torno a las casas bajas del convento de Carmelitas, lo que en la actualidad constituye la plaza de Carmelitas. El camino viejo de Villamayor, hoy avenida Villamayor, era el lugar de entrada del grano de la provincia al granero de la Duquesa de Alba, que estaba ubicado en la actual calle Granero.

El Barrio del Oeste era una zona de expansión de la ciudad en los años 60, donde se construía “sin orden ni concierto”, a capricho de los constructores que no respetaban las pocas normas urbanísticas que entonces había. Era obligatorio urbanizar las calles donde daban fachadas del edificio a levantar, pero eso nunca se cumplía dando origen a que todo el barrio tuviera sus buenas casas, pero al salir a la calle todo eran barros y en algunos tramos no existían ni las aceras. Ante las movilizaciones de los habitantes de dichas calles, el Ayuntamiento por toda respuesta nos dijo que teníamos que pagar Contribuciones Especiales si queríamos tener urbanizadas las calles cosa que se iniciaría de inmediato. Conseguimos que esa norma se paralizara y aunque ello nos supuso un considerable retraso en las obras, al fin no tuvimos que hacer ningún desembolso.

El año 1977 en la Parroquia de Santa Teresa sita en la Calle Industria, en los locales bajos de un edificio de viviendas, se celebraban durante la Cuaresma unas charlas que solía dar el Párroco, Pascasio. Era un hombre inquieto y cercano a los problemas de la gente y en aquél entonces el barrio carecía de muchas cosas fundamentales. Tan es así que en una de las charlas, como quien no quiere la cosa, habló de que no sólo la conversión cuaresmal tenía que suponer un volver a Dios, sino también darse cuenta de las necesidades de las personas cercanas; y entre varias situaciones dijo que vivíamos en un barrio lleno de PROBLEMAS.

Todas las calles excepto una, la C/. Papín, estaban sin asfaltar; al decir de los más antiguos del lugar, era porque en ella habitaban dos funcionarias municipales…(cierto). Según la normativa vigente, calle no asfaltada, calle que no tenía instalación eléctrica, ni aceras transitables. Cotidianamente se vivían situaciones peligrosas como la de personas mayores que entre el barro, la desigualdad del terreno y la oscuridad daban con sus huesos en el suelo y había que auxiliar suponiendo que, en el mejor de los casos, una misma no cayera también al barrizal. Alguien nos dijo que en su despacho de trabajo tenía que tener una cajita con enseres de limpieza del calzado ya que cuando llovía, nada más salir de su casa los zapatos se le hundían en el barro inexorablemente porque no había por donde transitar hasta salir a la Avda. de Villamayor.

Por las noches el problema se agravaba al no haber luces. Tan sólo encima del portal de algunas viviendas existía una pequeña bombilla que, por cierto, si se rompía o fundía ya no se volvía a reponer nunca a menos que algún generoso vecino lo hiciera por su cuenta y tratando de proteger a la familia y vecinos. La realidad era que para no verte en el suelo o llevarte un susto, tenías que llevar una linterna en el bolso.

Pero tal vez el problema más acuciante por elemental, era que el agua no subía a las casas más allá del segundo piso y eso con suerte. Las consecuencias de ello alteraban la vida cotidiana de las familias pues las horas más frecuentes de usar duchas, fregar la vajilla, etc. poner lavadoras, era imposible hacerlo a las horas normales y en familias numerosas, la madre (siempre la mujer…) se tenía que levantar de madrugada a realizar esos menesteres. Es que si te empeñabas en hacerlo a su hora aprovechando el hilo de agua que salía, el calentador de agua se quemaba y…¡otro nuevo!. Algunas casas instalaron un motor en el portal con el consiguiente gasto de instalación y mantenimiento y ni aún así, pues al forzarlo también se quemaba.

Comenzaron fuertes protestas por los citados problemas de agua y asfaltado, de tal manera que comenzamos a convocar manifestaciones. El propio Alcalde reconoció la gravedad del asunto y no tardando mucho comenzaron las obras de urbanización en las condiciones ya dichas de no pagar Contribuciones Especiales. La última calle recuerdo que fue la de donde vivía una Concejala que siempre le “cantaba las cuarenta“ al Alcalde, pero ni por esas. Su razonamiento era que no podía hacer esa calle de las primeras pues la gente pensaría que era por vivir ella allí, ¡mala suerte!

Como anécdota también contaré que en la prolongación de la Calle Churriguera, Calle Salvador Carmona, 4 ó 5 chabolas habitadas donde se lavaba en la calle, se bañaba a los crios en unos barreños y por donde pululaban patos y gallinas. Ese suelo seguía siendo un barrizal aún después de asfaltadas las calles.

Ante esos dos problemas cruciales: calles no asfaltadas y la falta de agua desde el piso 3º, nos decidimos algunas personas a crear una Asociación de Vecinos que tuviera voz en el Ayuntamiento. Nos reunimos un matrimonio (Pepe y Marisa) un estudiante de los Redentoristas, Damián y otras dos personas muy antiguas en el Barrio, Teresa Ustáriz y Carmen Gª-Rosado. A la hora de hacer todos los trámites ya se nos unieron más vecinos (Antonio, Manolo y sus hermanos, Checho, Javier, Nuria). Y le dimos ya un nombre oficial a la Asociación, “ZOES” (Zona Oeste). Teresa Ustáriz, vecina de la Calle Churriguera, diseñó un sencillo anagrama de varias personas cogidas de la mano.

Mientras se confeccionaba el papeleo para el reconocimiento de la Asociación, hicimos algunas reuniones en el local de la planta baja de la Parroquia de Santa Teresa. Convocábamos con unas hojitas pegadas en los portales de las casas. Para realizar esta labor nos levantábamos a las 6 de la mañana de forma que nadie nos viera pegarlos por “si las moscas” pues no olvidemos que aún se consideraban estas actividades y movimientos como algo “subversivo”. En la convocatoria se ponía que al final tomaríamos todos juntos una sangría y eso también era un gran atractivo. El pequeño coste que suponía todo esto, salía de nuestros bolsillos. Ya a partir de esas reuniones pusimos una cuota de 25 pesetas al mes que una persona (C.G.-R) iba recogiendo casa por casa; era agotador pues muchas de ellas no tenían ascensor y los contestadores aún no existían.

También se comenzó a “editar” una “revista” a fotocopia para comunicar a los vecinos cómo iban los trámites y expresar las quejas del Barrio al Ayuntamiento, Papeles de ZOES y Barros.

Una vez registrada como Asociación, con el fin de darnos a conocer, hacer algo “original” y sacar algunos fondos, nos propusimos hacer un rastro en la Plaza del Oeste. Se pidió permiso al Ayuntamiento y no nos lo concedieron. No obstante, como estábamos a pocos meses de que hubiera Elecciones Municipales, seguimos en nuestro empeño sin permiso y no se atrevieron ya a meterse con nosotros y suprimirlo. Para publicitarlo nos íbamos al Barrio de Garrido, entre otros lugares, a hacer pintadas en las tapias diciendo: “Domingo, Rastro Plaza del Oeste”. Y allí iba la gente acudiendo poquito a poco. La propia Asociación vendía algunas cosillas cono Cactus y pequeñas plantitas en vasos de plástico blancos que limpiábamos de la cafetera de un Colegio….Los vendíamos a 5 pesetas. Los crios llevaban tebeos y cromos y una persona que hacía casa pequeñas de escayola y pintadas de colores, discos, casetts, monedas, etc. Asimismo se vendía (por la voluntad) la “revista” del barrio.

Con las Elecciones Municipales, la Corporación presidida por Jesús Málaga, nos concedió el permiso de venta en rastro e incluso cortaban la circulación en los aledaños. Pero, eso sí, cobraban una pequeña tasa a los vendedores. Y ya comenzaron a ir algunos ambulantes con una furgoneta y al cabo de un año la cosa se fue extendiendo y llegamos a ocupar toda la Plaza del Oeste, la plaza del barrio, creándose un ambientillo agradable en los bares y corrillos. Las ventas debieron ser importantes para aquellos tiempos de forma que los puestos se extendían ya por las calles radiales a la Plaza, de tal manera que incluso llegaron a producirse algunos inconvenientes con entradas a garajes que se obstaculizaban, demasiados ruidos, imposibilidad de circulación peatonal a pesar de que siempre estaba presente la Policía Municipal.

Cuando fue Alcalde Fernández de Trocóniz el Ayuntamiento se planteó trasladar de lugar el Rastro y así se hizo con la consiguiente polémica por parte de los vendedores y sobre todo por los bares y comercios de la Zona que se quedaban sin vida. Lo cierto es que allí era imposible seguir con el Rastro. Y se trasladó a la Ribera del río donde se mantuvo unos años, hasta su traslado definitivo a la Aldehuela donde ya el gran espacio permitía una mayor comodidad tanto a vendedores como a compradores. Entonces ya el lugar quedó constituido definitivamente como un Rastro con todas las de la ley. Y a la vista de tantas ventajas, no sin algunas quejas iniciales, quedó tal como hoy lo conocemos.

La Asociación de Vecinos siguió su marcha en un local cedido por el Ayuntamiento en la C/ Valle Inclán que era una especie de garaje con un “doblao” donde con mucha voluntad, se pudieron hacer algunos cursos y reuniones para actividades de la Asociación. El local fue el primero de que se dispuso en el barrio después de "peregrinar" por salones parroquiales y algunos bares. El Ayuntamiento lo alquiló en bruto y se tardó mucho tiempo (y hubo que recordárselo continuamente) en acondicionarlo y ponerle luz. Aún así, se utilizó desde el primer día tanto por la asociación de vecinos como por otras colectivos.

Fue en esa misma época cuando gracias al saber y buen estilo de unos jóvenes artistas (Ignacio y Carmen) participábamos en el Concurso de Carrozas que la Diputación convocaba con motivo de las Ferias y Fiestas de Septiembre. ZOES lo ganó en varias ocasiones pues la verdad es que era una diferencia enorme con el resto.

En el segundo mandato de la Corporación Municipal, siendo Concejala de Servicios Sociales María Mendoza, ella llevó a cabo la negociación con los militares a fin de que cedieran las casas oficiales de la Calle Valle Inclán 8 para viviendas sociales; y los bajos para la Asociación de Vecinos ZOES ya que el local antes aludido era a todas luces insuficiente para las actividades que ya se realizaban en el Barrio. El resultado fue tan positivo que ahí estamos al día de hoy con los dos objetivos cumplidos Más adelante surgió la oportunidad de rehabilitar las "Casas de Aviación", que fue una propuesta de la asociación que encontró receptividad en el entonces alcalde Jesús Málaga. Se tardó tiempo pero se consiguió y se pactó desde el principio que los bajos se destinasen en su integridad a Centro Cívico del barrio. El diseño arquitectónico tomó en cuenta nuestras sugerencias desde el principio.

La sorpresa llegó cuando se nos comunicó que por razones "sociales" y económicas los bajos también tendrían viviendas y no sólo el Centro Cívico, o sea que éste quedó reducido en su tamaño a la mitad. No nos lo tomamos bien y denunciamos en la prensa que nos sentíamos engañados. Después de negociar se llegó al acuerdo de que el viejo local se mantendría en uso para complementar el Centro Cívico y como COMPENSACION por su merma, ya que la actividad del barrio lo requería… (continuaremos, continuará)






 
 
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